El atacante tumaqueño dialogó con De Grueso Calibre. Está viviendo la cuarentena en Bulgaria, tras su vinculación al Botev Plovdiv. Rememoró sus inicios en Envigado. Allí lo adoptaron durante cerca de tres años en la casa del hoy creativo de River Plate. También habló de las puertas que le cerraron en el América y sostuvo que Santa Fe mereció ser el campeón en el campeonato anterior.
Cualquier obstáculo que le presente la vida a Fabio Burbano (19 de junio de 1992), se supone un bálsamo para el delantero nacido en la vereda Candelilla, Tumaco, luego de los trabajos impropios para un niño que realizó en su infancia para costearse los desplazamientos hasta los entrenamientos y los partidos del fin de semana. Con sus prematuros esfuerzos como ‘cotero’, también pudo reunir para ir a jugar con Envigado, en el que debutó en el 2009, siendo dirigido por Pedro Sarmiento.
“La gente no sabe lo que le tocó vivir a uno, lo que es acostarse sin comer. No saben lo que es agarrar una cerreta cargada de canastas de cervezas, comida o bultos de cemento; lo que es cargar esos bultos con callos en las manos; o exponerse a que te pique una culebra en las palmeras. A nadie le había contado eso. Gracias a Dios, he podido ayudar a mis padres, quienes han luchado mucho para que pudiera salir adelante. También gracias a Dios, cuando llegué a Envigado, don Gustavo Upegui (Q.e.p.d) me dio la oportunidad de regresar a mi casa a despedirme de mi familia”, rebobinó Burbano.
No fue esa la prueba más compleja que resistió Burbano en la búsqueda de alcanzar sus sueños. En el conjunto ‘Naranja’ también superó una época de recesión, riesgos y desprotección. “Fue muy complicado. Era como estar en la cárcel, en esa casa-hogar que improvisaron en el estadio de Envigado. Teníamos que estar pendientes de todo, de la ropa, de la comida. Había muchos jugadores, más de 100. Gracias a Dios, fui el único que me consolidé en la profesional”.
Antes, Burbano se había erigido en goleador del Pony Fútbol. Luego, integró las Selecciones Colombia Sub-15 y Sub-17. En el proceso hacia la primera categoría de Envigado, coincidió con James Rodríguez y con Juan Fernando Quintero, con quien estableció y aún conserva una entrañable relación.
“Juan Fer es como mi hermano. Yo viví cerca de tres años en la casa de él. Me invitó, luego de que el club les dio una casa. Allí también vivió Juan Camilo Saiz. Nadie sabe que pese a que ya estábamos cerca de jugar en la profesional, aguantamos muchas veces hambre, hasta estando en el equipo profesional”, reveló Burbano, quien en la actualidad realiza el aislamiento obligatorio en Bulgaria, a la espera de que se reinicie la Liga y poder hacer su debut con el Botev Plovdiv, al que se vinculó el pasado 30 de enero, luego de su paso por Independiente Santa Fe.
Su llegada al fútbol búlgaro: “Estaba en Medellín, esperando una posibilidad. Hubo la opción en algunos clubes de Colombia y también en Perú, pero me decidí por venir acá, gracias a un empresario llamado Alex Moreno, quien promovió mis videos, y luego hubo contactos con un grupo de agentes de Brasil. Llegué como jugador libre, luego de un acuerdo con Santa Fe. Todo se dio muy rápido, en un par de días”.
Su adaptación y el confinamiento: “Acá todo es complicado, por la cultura, el idioma, además, era la primera vez que salía hacia Europa y mi esposa estaba a punto de dar a luz a nuestro segundo hijo, pero es una oportunidad muy linda. Uno de los dos brasileros que hay en el equipo, es quien nos guía en los entrenos, en los temas personales… ha sido como una bendición. Llegué al hotel del club, junto al otro brasileño. El encierro ha sido difícil, entrenamos en las habitaciones y eso sirve de distracción. Llevamos más de un mes en cuarentena y se extenderá hasta el 13 de mayo. Y lo más probable es que reanudemos los entrenos en un par de semanas, y el Torneo reiniciaría iniciando julio”.
El 2019 con Santa Fe: “En el primer semestre teníamos un muy buen equipo, inclusive, luego del Torneo Fox, ya nos daban como campeones. Sin embargo, vivimos una de las peores temporadas en la historia del equipo. También iniciamos mal el segundo Torneo, sin embargo, la llegada del profesor Harold Rivera permitió que el equipo diera un gran giro. Ese Santa Fe merecía ser el campeón. Lastimosamente, América nos cobró en algunas desconcentraciones. Respetando a mis compañeros del América, Santa Fe era más que América, pero ellos tenían mucho poder ofensivo”.
Su desvinculación de Santa Fe: “El tema ya lo había acordado con mi esposa. No nos adaptamos ni a la ciudad ni al clima. Me faltaba un año de contrato y pudimos llegar a un acuerdo, en el que se me permitió quedarme con los derechos deportivos”.
Le cerraron las puertas en el América: “Luego de que empecé a entrenar con el equipo, me escribieron al Instagram, que me fuera, que de lo contrario me iban a escupir. Lastimosamente, pasó lo que ocurrió en Medellín (se enfrentó a las autoridades, luego de que lo sorprendieron conduciendo en estado de embriaguez), pero yo no soy así. Soy una gran persona, un buen amigo, hermano, hijo; soy humilde, sé de dónde vengo. En los equipos donde he estado pueden dar fe que nunca llegué borracho a un entrenamiento. Ese problema me manchó mucho, inclusive, para llegar a Santa Fe tuve que disminuir el salario. Luego ellos me cedieron a Rampla Juniors (Uruguay) y volví a Santa Fe, a probar en los entrenos y en los partidos del Torneo Fox”.
La marginación que vivió en el Medellín: “Quería jugar en América, hasta propuse disminuir el salario. Nunca se dio la posibilidad, por la presión de la hinchada. Siempre anhelé jugar allí, al igual que en el Cali, aunque soy hincha de Nacional. Y luego de que me cerraron las puertas en América, me quedé seis meses ‘parado’. Durante ese tiempo, se me pasaron muchas cosas por la cabeza. No me sentía bien en el Medellín, entrenando y recibiendo un pago, sin poder jugar. Incluso, hubo un tiempo que me pusieron a entrenar solo y Didier Moreno habló con el presidente del club para que me reintegraran a los trabajos. Fue un momento muy complicado en mi vida, que gracias a Dios y a mi familia lo pude superar”.
Anhela jugar en los equipos de Cali: “Mi papá es hincha del América y la mayoría de mi familia son hinchas del Cali. Ojalá Dios me diera la oportunidad de jugar en alguno de los dos. Incluso, hace poco, tuve la opción de llegar al Cali, pero ellos se decidieron por John Vásquez”.